Jürgen Klopp: “Soy cristiano, tengo que decirlo, y creo en Dios”


EE.UU.- George Edward Foreman nació el 10 de enero de 1949 en una
familia pobre de la ciudad de Marshall, Texas. Acaba de cumplir 70 años de
vida. Durante la infancia, a menudo intimidaba a niños más jóvenes y no le
gustaba despertar temprano para ir a la escuela. Con 15 años, Foreman peleaba en las calles de la Quinta Ala de Houston
y luego se convirtió en un asaltante.

Su vida comenzó a cambiar a través de Lyndon B. Johnson Job Corps, un
programa desarrollado para ayudar a los niños necesitados, donde realizó un
curso de formación profesional. En un viaje a California, Foreman conoció a Doc
Broaddus, consejero del Job Corps y entrenador de boxeo. Broaddus fue quien lo animó
a convertirse en un boxeador.

Tan pronto comenzó a entrenarse en la academia, Foreman rápidamente
estableció un impresionante registro aficionado. El punto culminante de su
carrera amateur en el boxeo vino en las Olimpiadas de 1968 en la Ciudad de
México, donde él ganó una medalla de oro después de 25 luchas amateur. Él
recibió atención extra cuando levantó la bandera americana después de su
victoria.

Cambiando el ring por el púlpito

George Foreman sufrió apenas su segunda derrota profesional cuando
perdió ante Jimmy Young en un combate de boxeo en Puerto Rico en 1977. Y fue en su camerino después de la
competición, que George tuvo una experiencia profunda con Dios que cambió su
vida para siempre. 

A pesar de que George era uno de los principales candidatos para
recuperar el título de los pesos pesados, se
retiró del boxeo, a los 28 años, para servir al Señor. George se convirtió en
un ministro ordenado y fundó la Iglesia del Señor Jesucristo en 1980.

Antes de convertirse, aunque Foreman había tenido una vida repleta de
fama y fortuna, confesó que mucho de lo que ganó fue gastado sin Dios. Foreman dice que nadie se sorprendió más de
su conversión que él mismo.  
Pastor
firme en sus mensajes, suele decir en el púlpito de su iglesia: “¡Usted
necesita aprender a luchar! Si usted cree en Dios, usted tiene que luchar por
Él “.

La historia se volvió libro

En el libro “God in my vorner: A spiritual memoir by George
Foreman” (traducido como “Dios en mi canto: una memoria espiritual de
George Foreman”), Foreman cuenta su historia, donde cuenta sobre su
caminar con Dios, que incluye predicaciones, evangelismo y apertura de una
iglesia. “[A finales de los años 1970] yo estaba predicando de vez en
cuando en la iglesia, y yo adoraba predicar, así que compré treinta minutos de
radio en una estación de Houston y continué predicando. […] entonces cuando
fui a la ciudad para hacer mi programa de radio, no era raro que varios amigos
de mi antigua iglesia me pidieran que dirigiera un estudio bíblico u orar con
ellos. Tres o cuatro de nosotros nos reunimos en varias las casas, luego había
seis u ocho, después diez personas presentes. 

En poco tiempo, alguien preguntó: ‘George, ¿crees que podríamos tener
reuniones en mi casa?’ Yo creo que sí. ¿Porque no? La iglesia primitiva se
reunía en las casas de las personas. Creo que nosotros también podemos.

“Comenzamos a reunirnos informalmente en varias casas en Houston y, en
poco tiempo, la multitud se volvió demasiado grande para acomodarlas.
Finalmente, compramos un pedazo de tierra y un antiguo edificio en ruinas en el
lado noreste de Houston. Yo tenía una gran tienda que pretendía usar en
servicios de “evangelismo”, entonces colocamos la tienda en el lote
al lado del edificio y realizamos cultos allí mientras renovábamos la antigua
estructura. Yo realmente no pretendía
comenzar una nueva iglesia, pero eventualmente creemos que beneficioso
organizarse”.

Propósito y dinero

En 1980, sin dinero para mantener el Centro de la Juventud y la
Comunidad que ayudaba a las personas necesitadas, Foreman decidió volver al ring
de donde estaba ausente hace 10 años, decidido a hacer lo que fuera necesario
para mantener el lugar funcionando.

Recuperó el cinturón, al noquear a Michael Moorer, 18 años más joven, y
se convirtió en el campeón más viejo del boxeo. Luchó hasta 1997, a los 48
años, y siempre tuvo el respeto de todos los admiradores del boxeo.

Millonario, se volvió siendo muchacho dándole publicidad a una marca de
parillla, con la que recaudó más de 110 millones de dólares. Actualmente, hace
comerciales de televisión y da conferencias. “Vivo mucho mejor de lo que
merezco”, afirma.

Familia y Dios

Foreman dice que el trabajo de los padres es plantar buenas semillas y
ser ejemplo a los hijos. “En el
tiempo de Dios… si nosotros, como buenos padres, plantamos buenas semillas,
esas semillas quedarán inmersas en el agua, se arraigarán y producirán fruto espiritual
en nuestros hijos”. 

Él cree que “plantamos buenas semillas” si sucede de dos
formas: hablando la verdad y modelando la verdad, viviendo una fe auténtica
delante de ellos. “Los niños tienen un sentido innato de saber cuándo algo
o alguien es falso, entonces la autenticidad es vital”.

George dice que enseñó a sus hijos a vivir unidos. “Yo les digo:
‘Si uno de nosotros sube, todos subiremos juntos. ¡Y si uno de ellos cae, todos
descenderemos juntos!

El ex boxeador dice que siempre ha escuchado que lo mejor que un padre
puede hacer por sus hijos es amar a su madre.
“Eso habla mucho a nuestros hijos. Si tratamos a nuestras esposas
con dignidad y respeto, entonces nuestras hijas vendrán a esperar eso de los
hombres que entran en sus vidas. Todos los hombres se mantendrán en el patrón
‘papá’ y eso puede ser una buena cosa”.

Sobre Dios y la fe, Foreman
dice que la mayoría de los niños moldea sus imágenes y actitudes acerca de Dios
sobre la base de sus padres. “Esa es una responsabilidad muy alta. Si
nuestras personalidades son insensibles, excesivamente críticas, irracionales o
adictivas, nuestros hijos crecen con una imagen distorsionada de Dios. Si somos
seguros, amorosos, pacientes y compasivos, nuestros hijos tendrán una
comprensión más sana de la verdadera naturaleza de Dios”.

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