De traficante de drogas al púlpito: Pastor comparte su viaje de redención después de un tiempo en prisión

De traficante de drogas al púlpito: Pastor comparte su viaje de redención después de un tiempo en prisión

Con cuatro generaciones de predicadores detrás de él, el Pastor Michael Phillips sabía de pequeño que «convertirse en pastor estaba en su ADN». Pero lo que desconocía era el largo y doloroso camino que significaría su viaje hacia el púlpito.

Crecer en los 80s en el vecindario de Park Heights de Baltimore, Maryland, un área altamente influenciada por las pandillas violentas y el crimen, Phillips recuerda que no tenía muchos modelos positivos en la comunidad a los cuales seguir, después de la traumática muerte de su padre cuando él tenía tan solo 12 años.

En una entrevistaI, Phillips, que ahora sirve en la Fundación T.D. Jales, dijo que encontró mentores en su familia inmediata y extendida.

El bisabuelo de Phillips, su tía, sus abuelos, padres y otros parientes eran predicadores cristianos. Él contó que su padre pastor y su madre cristiana eran sus héroes porque le enseñaron a orar, a tener fe en Dios y procurar lo mejor para su vida, ya sea en lo social, emocional, académico y atlético.

Una frase recurrente entre los parientes de Phillips es: «O eres un predicador o eres un problema». Pero luego de una serie de perdidas en la niñez y adolescencia, Phillips dejó el camino de Dios y comenzó a traficar drogas para ganar dinero, lo que eventualmente lo llevó a la cárcel.

Phillips, de 47, detalló sus problemas de como encontró el camino de regreso a la Fe Cristiana y se convirtió en Pastor, en su libro Carriles Equivocados Tienen Desvíos Correctos.

Cómo Pastor por 19 años, Phillips fundó la Iglesia Vida del Reino en West Baltimore, que creció hasta los 3.000 miembros. Ahora trabaja como uno de los jefes de la fundación T. D. Jakes, una organización caritativa de Dallas, y que pertenece al Pastor de la mega iglesia, T. D. Jakes.

«El título ‘Carriles Equivocados Tienen Desvíos Correctos’, es realmente una manera maravillosa de hablar acerca de redención, restauración y recuperación», dijo Phillips.

«No importa en que carril de la vida te encuentres, siempre habrá un desvío correcto. Y si resulta que tú camino es malo ahora, siempre puedes retornar al bueno para tu vida».

«Y aún para mí ahora, es totalmente claro que las decisiones que tengo por delante, las cosas que quiero alcanzar, lo que quiero hacer están relacionadas con alcanzar a aquellos que van en los carriles equivocados cerca de mi», continuó. «Y es mi deseo que pueda alcanzarlos para que vuelvan al camino correcto».

Phillips conoce a T. D. Jakes desde 2017 y ha trabajado como pastor en la fundación para ayudar, a quienes han sido encarcelados y les ayuda a volverse a insertar a la sociedad una vez libres.

En su libro, Phillips escribe acerca de la pérdida significativa que experimentó. A la edad de 12, el padre de Phillips murió repentinamente en el verano de 1986, después de que un coágulo de sangre en su pierna viajó hasta su cerebro, causando un derrame y un infarto.

Después de la muerte y el funeral de su padre, Phillips admitió que su sueño de convertirse en pastor se perdió, ya que culpó a Dios por la muerte de su padre.

«Mi padre era mi héroe. El era un modelo de masculinidad y éxito para mí. Él fue la primera persona que me mostró como se veía el éxito en gente de mi color. Él era realmente el corazón de la familia», dijo Phillips.

«Como hombre joven, mi padre me guiaba en mi identidad, para ayudarme a entender quién era. Y cuando murió, perdí el sentido de esa guía, sintiendo que entré en un mar de incertidumbre. Él era todo para mí y era un gran ser humano. Cuando pienso en ese tiempo, puedo ver aún que era aún más increíble».

Phillips escribió que su padre le decía a menudo: «nadie más tiene tu huella digital. Nadie más tiene tu propósito», y «nada es imposible para el que cree». Si padre también le dijo: «tu vida es más importante que cualquier carga que llevas».

«Cuando alguien sufre una pérdida, hay una cantidad de cosas que toman lugar en la mente y el corazón. Nuestra alma está siempre buscando un lugar seguro para anclarse. Yo me anclé a la ira», recordó Phillips.

«Estaba furioso, nadie podía darme una respuesta de porqué murió mi padre. La respuesta era simple: mi padre tenía sobrepeso, no cuidó su cuerpo y tuvo un infarto y derrame», agregó Phillips.

«Pero en ese entonces, estaba enojado y culpé a Dios por la muerte de mi padre, y parte de mi murió también… Lo que sentía era más tristeza que enojo. Pero a los 12 no supe cómo procesar las emociones».

Años después, a los 18, mientras iba a la Universidad de Virginia por una beca de basquetbol, Phillips tuvo un accidente de auto donde se quebró la tibia y la fíbula. También se quebró varios dedos y se lesionó el tendón de Aquiles. Después del accidente de auto, los doctores le dijeron a Phillips que no podría volver a hacer deportes debido a sus lesiones. Por lo tanto, perdió su beca universitaria.

Phillips y un amigo enfrentaban circunstancias similares, pues ambos perdieron las becas por las heridas. Con un futuro incierto por delante, los dos acordaron vender drogas para ganar dinero.

Lo que empezó como algo esporádico sólo cuando necesitaba efectivo, pronto se convirtió en un trabajo a tiempo completo. Se volvieron narcotraficantes. Después de dos años de vender drogas, Phillips fue arrestado, y enfrentaba cargos de 30 años de prisión.

Después de seis meses en prisión preventiva, Phillips se paró frente a un juez que le dió una chance: podría cumplir una sentencia de prisión de largas décadas o asistir a un programa educativo.

Phillips eligió asistir a la escuela, que resultó ser una institución cristiana y que tenía un servicio obligatorio en la Capilla Avivamiento de Primavera.

El día que debía asistir a la capilla en la primavera de 1994, Phillips recordó que aún estaba muy enojado con Dios por la tragedia de su vida.

Phillips dijo que bebió vodka y fumó marihuana para apagar sus emociones durante el servicio religioso. Él esperaba calmar el dolor asociado con la Iglesia, la fe cristiana, la pérdida de su padre y otras personas.

«Cuando fui al servicio, estaba borracho y drogado, pero allí comencé a sentirme sobrio, y pude sentir la Presencia de Diós como nunca antes», describió Phillips.

«Sentir la Presencia de Dios fue abrumador y atemorizante para mí que salí corriendo a esconderme en mi dormitorio. Cerré la puerta y llamé a mi mamá para contarle lo que había pasado. Y ella dijo: ‘Oh bebé, Dios está tratando contigo’, y colgó el teléfono».

Después de oír las palabras de su madre, Phillips dobló sus rodilla para orar. Recuerda que le rogaba a Dios por perdón y por haber huido. Phillips dijo que pasó tres días consecutivos orando a Dios en su dormitorio. Su consejero vino a verlo al cuarto para cerciorarse de que nada malo hubiera ocurrido.

«Esos días los pasé orando sin parar pues era el inicio de mi proceso de sanación. Era el inicio de aceptar Su Amor y Gracia para mi vida y del hecho que me amó sin importar lo que hiciera porque tenía un Propósito para mí vida», dijo Phillips. «Aunque estuve en el cuarto por tres días, me parecieron 30 minutos. Fue como una cirugía reconstructiva del Espíritu Santo, salí de allí como un hombre transformado».

Al siguiente domingo, Phillips pasó al altar y compartió su testimonio.

«Y para el siguiente domingo estaba predicando», recordó.

Después de aceptar a Dios como su Señor y Salvador, se graduó de la universidad y asistió al Seminario Teológico en Nueva York, porque quería ser pastor.

«Mis padres habían puesto el fundamento de la fe cristiana en mi vida desde que era pequeño, así que cuando decidí regresar al camino, todas las memorias de las oraciones de mi padre y mi madre vinieron a mi mente», remarcó Phillips.

«La fe realmente nunca me había dejado. Yo era quien la ignoraba. Las enseñanzas de mi padre y las oraciones de mi madre me guiaron hacia Dios. Fueron sus hábitos diarios y su amor que me preservaron», agregó.

Phillips espera que los lectores de su libro lleguen a un encuentro con su propia fe cristiana y comiencen a entender que las circunstancias no les definen. Aún si alguien nació en circunstancias difíciles a las que tuvo que sobrevivir, esa persona tiene potencial y posibilidades infinitas si logra creer.

«‘Así como un hombre piensa en su corazón, así es él’. Podemos visionar una nueva vida. Si crees que esto es todo, seguirás en el mismo lugar», dijo Phillips respecto a los momentos duros de la vida. «Puedes superar la lucha y lograr una nueva visión de tu vida… ‘Sin visión, el pueblo perece'».


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